Apuntes sobre temas comunes en la vida diaria, inspiraciones y recopilaciones que deseo compartir a travès de esta ventana virtual. Creo que nada en la vida es por azar, sino una consciente o inconsciente causalidad, asì que sea por el motivo que usted abriò este cuaderno que le sea enriquecedor, tenga un dìa felìz, una nueva oportunidad para vivir plenamente.
domingo, 28 de febrero de 2021
La luz de este último sábado de febrero se filtró por las mínimas rendijas de la persiana. Desperté como de costumbre, estirándome como gemela de mi gato Bowie. Si, después de varios días con lluvia y algunos días con nieve, creo que la primavera ha dado pasos para declarar su llegada. Anuncio latente en el brillo del sol, la tibieza del aire y el despertar de los árboles rosados y blancos, plantados a lo largo de la carretera que conduce a la ciudad. Salí del pueblito de 22 casas de piedra, a pocos kilómetros de la capital, para dirigirme a la clínica dental ubicada en el centro, cerca de la Almendra Medieval de esta ciudad fundada allá por 1181, cuando un rey llamado Sancho, apodado El Sabio, tocayo del escudero del Quijote, decidió crear esta villa amurallada. Que por cierto, ni en mis sueños más bizarros, yo había soñado hacerla parte de mi vida. Volviendo a los dientes que nada tienen que ver con esta almendra medieval, tenia cita con la odontóloga para que me entregaran una férula de descarga, pues aparte de chocolates y otras cositas que me alimentan, sucede que me estoy comiendo los dientes. siiii ! al quedarme dormida, hago "brux-" y luego "-ismo". Esto ha venido afectando algunas piezas de mi armadura. Pues la dichosa tortura, no estaba lista. Me hicieron llamada al móvil que no llegué a ver, pues lo tenía en silencio. Así que la frustrada visita al odontólogo se convirtió en disfrutar una caminata de miles de pasos por la gran plaza. Aprovechamos mi marido y yo, de volver a sentarnos - como de estreno - en la vieja terraza que permanecía cerrada por el virus con corona. El rato transcurrió al compás de un aromático café con leche de soja, que casi me lo tomo sin sacarme la mascarilla y una resonante manifestación, en su mayoría formada por mujeres Saharauis, quienes izaban banderas por la libertad del Sahara que una vez fue Español. Y pensaba : "seguramente muchas de ellas aprietan los dientes también, no por el bruxismo, sino por lo dificil de ganar la batalla, pero por sus discursos y fuerza estoy segura que seguirán luchando". Quizás el destino final no sea por lo que luchan, pero sentir que se tiene un propósito de por si es ya una victoria. Eso creo. Y para cerrar esa ventana de la mañana del sábado, apurando el último sorbo del café, me dije "cuántos miles de seres aprietan los dientes, bloquean los oídos, enmudecen o descargan improperios, aprietan los puños, inspiran repetidamente mientras el corazón corre con prisa ?". El mundo saturado de tanta información, sigue desinformado, sigue apretando fuerte. El mundo envenenado de tanta violencia e injusticia, de tanta miseria humana, muchos con hambre, muchos socavados por la maldad y el egoísmo, nos empuja a que apretemos las tuercas de la fuerza, de la sapiencia, de lo mejor de cada uno o una, o de todos o de todas...
Es tanto lo que podemos ver, escuchar, sentir, interpretar y muchos etcéteras, que harían falta férulas para todos los sentidos, como dice Mafalda al observar una tirita "Bueno, y cómo hace uno para pegarse esto en el alma?".
La luz de este último sábado de febrero se filtró por las mínimas rendijas de la persiana. Desperté como de costumbre, estirándome como gemela de mi gato Bowie. Si, después de varios días con lluvia y algunos días con nieve, creo que la primavera ha dado pasos para declarar su llegada. Anuncio latente en el brillo del sol, la tibieza del aire y el despertar de los árboles rosados y blancos, plantados a lo largo de la carretera que conduce a la ciudad.
Salí del pueblito de 22 casas de piedra, a pocos kilómetros de la capital, para dirigirme a la clínica dental ubicada en el centro, cerca de la Almendra Medieval de esta ciudad fundada allá por 1181, cuando un rey llamado Sancho, apodado El Sabio, tocayo del escudero del Quijote, decidió crear esta villa amurallada. Que por cierto, ni en mis sueños más bizarros, yo había soñado hacerla parte de mi vida. Volviendo a los dientes que nada tienen que ver con esta almendra medieval, tenia cita con la odontóloga para que me entregaran una férula de descarga, pues aparte de chocolates y otras cositas que me alimentan, sucede que me estoy comiendo los dientes. siiii ! al quedarme dormida, hago "brux-" y luego "-ismo". Esto ha venido afectando algunas piezas de mi armadura. Pues la dichosa tortura, no estaba lista. Me hicieron llamada al móvil que no llegué a ver, pues lo tenía en silencio.
Así que la frustrada visita al odontólogo se convirtió en disfrutar una caminata de miles de pasos por la gran plaza. Aprovechamos mi marido y yo, de volver a sentarnos - como de estreno - en la vieja terraza que permanecía cerrada por el virus con corona.
El rato transcurrió al compás de un aromático café con leche de soja, que casi me lo tomo sin sacarme la mascarilla y una resonante manifestación, en su mayoría formada por mujeres Saharauis, quienes izaban banderas por la libertad del Sahara que una vez fue Español. Y pensaba : "seguramente muchas de ellas aprietan los dientes también, no por el bruxismo, sino por lo dificil de ganar la batalla, pero por sus discursos y fuerza estoy segura que seguirán luchando". Quizás el destino final no sea por lo que luchan, pero sentir que se tiene un propósito de por si es ya una victoria. Eso creo.
Y para cerrar esa ventana de la mañana del sábado, apurando el último sorbo del café, me dije "cuántos miles de seres aprietan los dientes, bloquean los oídos, enmudecen o descargan improperios, aprietan los puños, inspiran repetidamente mientras el corazón corre con prisa ?". El mundo saturado de tanta información, sigue desinformado, sigue apretando fuerte. El mundo envenenado de tanta violencia e injusticia, de tanta miseria humana, muchos con hambre, muchos socavados por la maldad y el egoísmo, nos empuja a que apretemos las tuercas de la fuerza, de la sapiencia, de lo mejor de cada uno o una, o de todos o de todas...
Es tanto lo que podemos ver, escuchar, sentir, interpretar y muchos etcéteras, que harían falta férulas para todos los sentidos, como dice Mafalda al observar una tirita "Bueno, y cómo hace uno para pegarse esto en el alma?".